lunes, 3 de mayo de 2010

Erizo en la Niebla (Continuación)


El erizo y su amigo, el cachorro de oso, contando las estrellas se quedaron dormidos. Entre sueños, el erizo vio cómo sus cuerpos astrales se desprendían de sus cuerpos físicos.

De rienda tenían el cordón de plata, nada mejor para hacer que galopara más rápido su amigo el caballo blanco de la niebla, como la luz que persiguen los tibetanos al morir. El erizo lo guiaba brioso hacia las estrellas para contarlas de salto en salto, parecía desbocado por la velocidad que tenía. Un haz multicolor tras ellos aparecía y se esparcía con el espacio, como tejiendo entre estrella y estrella cada constelación que el hombre alguna vez nombró. 

Cada animal mitológico revivía y de su viaje parte hacía. Durante un momento muy alejado de la galaxia, mientras el cordón de plata enflaquecía y en un momento esta unión mágica se rompía, el erizo y su amigo el oso cayeron muertos donde dormían. En el espacio serguirán su viaje donde galopan hasta el final de sus días. 

La niebla sigue atrayendo nuevos galopantes en busca del caballo blanco para entretejer más constelaciones cada nuevo día, y que más como nosotros levanten su cara al firmamento.


Oscar Olvera
Catherine Duque

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